“La universalidad de esta asamblea muestra la universalidad de la compasión de la Orden”
Más de 200 personas, de 50 países diferentes, se reúnen en Salamanca para reflexionar sobre los principales retos en la Justicia, la Paz y la Integridad de la creación. Se trata de frailes, hermanas y laicos de la Orden de Predicadores que desarrollan, en distintas partes del mundo, proyectos en favor de la dignidad de los seres humanos. El Congreso tiene lugar en el Convento de San Esteban de Salamanca, un lugar especialmente significativo, donde vivieron personajes como Francisco de Vitoria, padre del Derecho Internacional y precursor de los Derechos Humanos, y de donde salieron cientos de misioneros dominicos que defendieron los derechos de los indios en América.
Tras la Eucaristía, en que se recordó a las víctimas inocentes en todo el mundo, comenzó el acto de inauguración del Congreso presidido por el Maestro de la Orden de Predicadores fray Bruno Cadoré. Comenzó su breve intervención invitando a los participantes a que aprovecharan esta extraordinaria oportunidad para considerar la problemática de los derechos humanos desde el horizonte de la universalidad, reflejada en la multitud de lenguas y países presentes en el Congreso: “La universalidad de esta asamblea muestra la universalidad de la compasión de la Orden”, afirmó fr. Bruno. “Una compasión que no es un simple lamentarse de lo que pasa en el mundo, sino una solidaridad activa de los hermanos y hermanas que se muestran al lado de las víctimas que son cuerpo de Cristo”.
Un trabajo, el de los derechos humanos, que debe afrontarse aprovechando también la rica diversidad y complementariedad de personas, reflejada igualmente en el Congreso, que constituye la Familia Dominicana: “El compromiso de la Familia Dominicana en la promoción de los Derechos Humanos nos abre un espacio para compartir experiencias y trabajar en conjunto, para crear fraternidad en aquellos lugares donde no son reconocidos los derechos, por medio de una revolución evangélica de la compasión”.
El Maestro animó a que, al tratar las distintas problemáticas concretas de cada región o país, no se perdiera en ningún momento la perspectiva del horizonte del bien común: “Un bien común que no es la suma de bienes individuales, sino un bien común global que es de todos, que todos tienen en común y del que nadie es propietario único. Es el bien de la ciudad de los hermanos”.
Finalizó su intervención exponiendo varias convicciones personales, fruto de sus constantes visitas a comunidades en toda la Orden que se dedican a la promoción de los derechos humanos. Una de sus convicciones es que las comunidades de dominicos y dominicas de todo el mundo, aunque no sean perfectas, pueden constituir un luminoso testimonio porque revelan la esperanza de que los seres humanos pueden estar en comunión: “La comunión en acto es un largo y paciente trabajo, hecho de alegrías y decepciones, compromisos y renuncias… pero es posible”. Esa comunión es “la esencia de los Derechos Humanos, porque a lo que aspira todo el mundo es a ser reconocido en su derecho de pertenecer a la comunidad humana.”
Se mostró igualmente convencido, porque lo ha comprobado en muchos lugares que ha visitado, que los dominicos y dominicas pueden convertirse en autorizada voz de las víctimas silenciadas por los excesos de la globalización y el liberalismo económico que constituye el marco básico de esa globalización, víctimas que son consideradas simples instrumentos de producción: “Son una multitud que tienen que luchar contra pobreza estructural y no tienen voz en este mundo. Es el universo de los que no tienen voz”. La Orden nunca puede renunciar a su labor por la Justicia y la Paz que ha formado parte esencial de su carisma y de su historia en estos 800 años.
Fr. Bruno Cadoré dio por iniciado el Congreso, expresando su deseo de que constituya un momento de renovación de la predicación de la Orden de Predicadores, según el espíritu jubilar de los 800 años de la fundación de la Orden.
En la mesa presidencial estaban presentes fr. Jesús Díaz Sariego, Prior Provincial de la Provincia de Hispania y fr. Ricardo de Luis Carballada, prior del Convento de San Esteban, quienes dieron la bienvenida a los participantes al Congreso. Y también estaban los organizadores del Congreso: fr. Mike Deeb, Promotor General de Justicia y Paz y Delegado Permanente para las Naciones Unidas; fr. Orlando Rueda, Socio del Maestro de la Orden para la Vida Apostólica, la hermana Celestina Veloso, Promotora internacional de Justicia y Paz de DSI y fr. Juan Manuel Almarza, del comité organizador del Congreso, quienes explicaron las razones que motivaron la organización de este encuentro y presentaron el programa para los próximos días.